2023: Una Odisea en Granada

2023: Una Odisea en Granada

Recuerdo como si hubiera sido ayer (aunque fue hace tan solo 7 meses) aquella vez en la que emprendí junto a mis amigos un viaje de 3 días por uno de los numerosos corazones de Andalucía, Granada.

Era mi primer viaje relativamente solo, ya que mi madre era (y gracias a Dios sigue siendo) una persona, digamos, sobreprotectora, y no me dejaba viajar fuera de mi propia ciudad, también debido a problemas económicos.

El caso es que, como T.E. Lawrence en Lawrence de Arabia (1962, David Lean), me adentré en un territorio desconocido para mi persona, lleno de belleza y una cultura que, aun desconociendo parte de esta, podía aun apreciar y maravillarme.

Era un paisaje colorido, lleno de edificios blancos con tejas rojizas y de un tamaño considerable, digno de una película de Almodóvar que pueda reflejar a la perfección la cultura española mediante formas y pigmentaciones.






Por la tarde nos adentrábamos en las estrechas y abarrotadas calles de la Albaicín para sentirnos como Lola Flores y Gustavo Rojo en María de la O (1958, Ramón Torrado). Comprábamos incienso y velas y bebíamos té en las numerosas casas de té en la que nos sentábamos en redondos y diminutos cojines cerca de las grandes ventanas y disfrutamos del barullo proveniente de la calle. 

Cuando llegamos a la Alhambra, me sentí como el Doctor, entrando en mi anticuada cabina de policía británica para viajar en el tiempo y aterrizar en la época de los Reyes Católicos.



David Tennant y Freema Agyeman en Doctor Who (1963-2023)


Como si fuéramos extras dentro de Isabel (2012-2014, Jordi Frades), explorábamos las intrincadas calles y los majestuosos palacios de la Alhambra con asombro mientras intentábamos imaginar cuantos eventos importantes para la historia y cultura de nuestro país habían sucedido bajo nuestros mismos pies. 

Pero al final el día eso es lo que puedes esperar cuando visitas una ciudad tan culturalmente rica como lo es Granada. Cada edificio esconde numerosas características que nos llevan a tiempos turbulentos donde la convivencia entre las distintas culturas (cristianos y musulmanes) dan forma a la variedad de arcos y azulejos que nos encontrábamos por el camino. Es como ser los testigos silenciosos de una inmensa historia de batallas, conquistas y la evolución de una gran sociedad, y estoy más que seguro que ningún juego de Assassins Creed podría mostrar todo esto con todo detalle.


Por las noches nos adentramos en una ciudad repleta de luces que pintaban la ciudad con un tono amarillento y donde, como si de Volver (2006, Pedro Almodóvar) o cualquier escenario estereotípico español se tratara, la música flamenca inunda el aire durante toda la noche para ilustrar la Nueva York que visitó Jason Voorhees en el ‘89, donde la gente nunca duerme y siempre hay algo que hacer a altas horas de la noche.



Friday the 13th Part VIII: Jason Takes Manhattan (1989, Rob Hedden)


Cualquier restaurante (o incluso bar) nos abría los brazos de par en par con sus amigables interacciones con el personal y sus más que asequibles precios en cualquier punto de la ciudad (incluso en el centro, con unas más que envidiables vistas a la Alhambra) para probar las tapas más deliciosas que jamás haya podido apreciar. Era exactamente la utopía con la que sueña Alberto Chicote. Probamos desde croquetas gigantes en Los Manueles hasta un cóctel basado en Barbie en la Sala Premier, una coctelería temática separada en 3 secciones basadas completamente en películas; en El Señor de los Anillos (2001, Peter Jackson), en Asesinato en el Orient Express (2017, Kenneth Branagh), y en El Silencio de los Corderos (1991, Jonathan Demme). En general fue una carrera gastronómica que, mientras llenaba nuestros estómagos, también vaciaba nuestras carteras a un ritmo alarmante, a un punto en el que me olvidé completamente de mi clase social y quise que mis amigos me llamaran el Gran Gatsby durante todo el viaje.








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