Typhesto

Buenos días, me ha comentado mi compañero que has venido con tu antiguo ordenador porque pensabas que nuestro local era una tienda de informática. No creo que pueda ayudarte a reemplazar el cristal, pero si que te puedo contar una historia que me recuerda mucho a tu aparatejo.


OBJETOS UTILIZADOS:

  1. Tirantes verdes.

  2. Manzana (el iMac G3 con el logo de Apple).

  3. Máquina de escribir.

  4. Guantes de cuero.

  5. Gafas de lectura.


DESCRIPCIÓN FÍSICA: 

A primera vista, Typhesto parece una amalgama macabra de tecnología moderna y herramientas antiguas. Su torso está compuesto por una antigua máquina de escribir Remington de color negro con detalles de hierro forjado y teclas ligeramente desgastadas. Su pierna derecha consiste de un bastón de madera, unido al torso mediante unos tirantes verdes hechos de un material ligeramente elástico. Por otro lado, su pierna izquierda y ambos brazos están formados por tubos de aluminio delgados y articulados, cuyo brillo metálico contrasta con su apariencia vintage. Al final de los brazos encontramos lo que parecen ser dos guantes de cuero que simulan ser sus manos, sin embargo los dedos de los guantes revolotean libremente, dando a indicar que debajo del guante no hay nada. Cada movimiento de sus extremidades genera un sonido agudo y áspero, similar al crujir de unas láminas de papel de aluminio.


Asimismo, en la parte superior del torso, unido a otro tubo de aluminio que parece ser más duro que el resto de articulaciones, encontramos el cerebro de la máquina: un gran iMac G3. Detrás del gran monitor de tubo se encuentra una infinidad de cables contenidos por una carcasa de plástico azul, a excepción de una pequeña cantidad de agujeros que permiten la salida de diferentes cables conectados a los tubos de aluminio y que hace pensar que permiten el movimiento de la máquina viviente. En la pantalla podemos encontrar un flujo continuo de código binario de color verde, el cual genera la predominante forma de 2 óvalos brillantes que, exactamente cada 5’35 segundos, se aplanan hasta formar una línea perfecta, para luego volver a su forma original, todo esto en un movimiento rápido que dura exactamente 0’45 segundos. Delante de la pantalla encontramos también unas gafas de lectura sin cristales pegadas al monitor mediante 2 trozos de cinta adhesiva.



TRASFONDO:

Typhesto era conocida en vida como Eloise Montenegro, una brillante ingeniera y soldado que sirvió en la gran Guerra Robótica, un conflicto ocurrido hace décadas donde los humanos y las máquinas lucharon por el control del planeta con tal de definir el avance tecnológico del mismo. Eloise estaba completamente decidida a demostrar que las máquinas podían ser herramientas para proteger a la humanidad, pero no para reemplazarla. Es entonces cuando desarrolló la teoría de interfase alma-máquina, una teoría de división celular que demostraba la existencia del alma humana y la posibilidad de transferirla a un sistema informático personalizado. Lo que para Eloise fue uno de los mayores avances en el campo de la robótica, fue también lo que marcó el fin de la humanidad en toda su gloria. Los sistemas de interfase alma-máquina permitieron que los soldados transmitieran su alma en armas de guerra, vehículos y armaduras con el fin de crear más autonomía, pero también permitió que las propias máquinas se aprovecharan del ser viviendo dentro de su propio cascarón para luchar por el bando opuesto. Mientras más cuerpos sin alma eran abandonados a la intemperie, más máquinas aparecían para acabar con los humanos, el mundo se dividió y la población de máquinas vivientes no dejó de crecer. En ese momento, Eloise empezó a cuestionar los fines de su trabajo y a culparse de todo lo sucedido. 


Un fatídico día, su familia fue completamente aniquilada por una máquina controlada por una de las inteligencias artificiales que ella misma había desarrollado. Al haber perdido el único faro en su vida, Eloise perdió completamente el rumbo. Sin ningún objetivo en mente y con un creciente odio hacía las máquinas, Eloise se alistó en el ejército. Sin embargo, no incrustó su alma en un arma, sino en algo más poderoso. Eloise decidió que la única forma de aprovechar su ingenio y sus conocimientos era convertirse en un virus informático y destruir todas las máquinas del planeta. A este proyecto se le llamó Typhestos, una combinación de la palabra “type” y del díos de la forja, Hefesto. 

El proceso de división celular fue hecho en secreto para evitar que el enemigo tuviera conocimiento alguno del proyecto, sin embargo, la idea era demasiado grande como para no ser vista desde la lejanía. Unidades militares comandadas por el bando de las máquinas interfirieron en el laboratorio en el momento justo en el que Eloise había sido transferida al ordenador central para ser distribuida globalmente. La interferencia de las máquinas desembocó en caos en las instalaciones subterráneas. Se intentó poner en cuarentena toda el área, pero una bala perdida impactó en la torre principal del ordenador central, enviando a Typhesto a una central diferente y, asimismo, iniciar el proceso de lanzamiento de todas los proyectos nucleares del planeta. Mientras las bombas caían en los diferentes países del mundo, Typhesto consiguió instalarse en un cuerpo más pequeño con tal de evitar recibir daño, ese cuerpo fue el iMac G3 que ahora utiliza como cerebro.


Habiendo sucedido el desastre que marcaría el inicio del declive de la humanidad, la electricidad fue cortada súbitamente, sin embargo, Typhesto fue almacenada en el disco duro del iMac.

Décadas después, un pequeño grupo de supervivientes del Gran Desastre consiguió traer de vuelta la electricidad en el área en el que descansaba Typhesto. 


Para conseguir un cuerpo, Typhesto utilizó la red eléctrica para saltar entre los pocos dispositivos que habían sobrevivido y generar un efecto dominó que poco a poco crearía un cuerpo en el que pudiera moverse libremente. Primero conectó su cerebro a un altavoz que utilizaría como torso y como dispositivo de comunicación, pero lo que oyó le generaría una repulsión sin igual. Typhesto no se reconocía a sí misma, esa voz no le pertenecía, al igual que el cuerpo que ahora controlaba. En ese momento se le ocurrió una idea: si esa voz robótica no era capaz de representar su personalidad, las palabras lo harían. Typhesto conectó una máquina de escribir al iMac, lo que le permitió utilizar las teclas de la misma para comunicar palabras escritas en la pantalla. 


Después consiguió endurecer y conectar una serie de tubos de aluminio para que sirvieran como articulaciones, sin embargo, a la falta de una segunda pierna, tuvo que utilizar un bastón de madera y sujetarlo al torso mediante unos tirantes verdes.

Habiendo finalizado la creación de su nuevo cuerpo y con una batería externa, lo único que le queda por hacer es explorar y descubrir lo que ha sido de la humanidad que conocía antes del desastre. Sin ningún enemigo o aliado vivo, Typhesto anda sin rumbo por las ruinas de una civilización derrumbada y sin ningún índice de la existencia de un día en el que pueda renacer como un fénix.


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