Red Panda

 Quiero creer que no soy la única a la que siempre le da vergüenza abrir compresas en el baño o llevar una en la mano. La regla siempre ha sido un tema tabú, más aún para las niñas preadolescentes a las que les acababa de bajar...y más aún en el cine. A las supervivientes de un apocalipsis zombie les llega la menopausia de manera temprana, al parecer, así que imaginaos qué lío cuando se trata de niñas pequeñas en la gran pantalla. Turning Red (2022) de Domee Shi es el inicio de la normalización de la menstruación en esa etapa extraña entre la infancia y la adolescencia.



Si esta directora os suena, es porque es la misma que dirigió el precioso cortometraje de Bao (2018), con el que ganó un Óscar al mejor cortometraje animado, y es fácil ver por qué. Es una historia sobre dejar ir, sobre una madre que tiene que aprender a confiar en su hijo aunque no confíe en el mundo que tendrá que explorar por su cuenta, y esta temática se traslada también a Turning Red junto a la cultura de Shi, que es chino-canadiense. Ella misma describe esta obra como: "una carta de amor a esa época de nuestras vidas. Una carta de amor a la pubertad. Una carta de amor a Toronto”.


Meilin Lee, la protagonista de esta historia, es una niña de 13 años que, aunque no sea muy popular, siente que está en la cima del mundo todos los días. Saca las mejores notas de su curso, es muy dotada con la flauta travesera y los idiomas, es una ávida activista que lucha por las causas que le parecen injustas y tiene un grupo de amigas tan sano y bonito que serían la envidia de cualquier solitario en mi instituto. Mei lo tenía todo bajo control; su familia estaba orgullosa de ella, su relación con su madre era una de confianza y complicidad y parecía que todo iba a mantenerse igual que siempre. Sin embargo, la vida siempre tiene otros planes para todos y Mei empieza a experimentar las primeras hormonas de la adolescencia, para desgracia y escándalo de su madre, que monta una escena tal que Mei quiere mudarse a otro país y cambiar de identidad. A partir de ahí todo va a peor, o más bien a lo más caótico posible.


Uno de los puntos más positivos de esta película es que las protagonistas son niñas comportándose como niñas. Son ruidosas, dan vergüenza ajena y están obsesionadas con una boy band, no tienen que ser maduras por comodidad de la audiencia sino que son ellas mismas y con orgullo. Muchos dirán que no apela a todos los espectadores, que quizá los niños no se sienten identificados, y respecto a eso tengo varias reflexiones: en primer lugar, si nos podemos sentir identificados con animales, robots, juguetes y alienígenas, nos podemos sentir identificados con chiquillas de instituto; en segundo lugar, ya hay suficientes películas dirigidas al público infantil masculino como para quejarse de que esta vez no van a ser el foco de la historia; y, por último, ¿quién dice que algún niño no se va a sentir identificado con otros aspectos de la película que no estén relacionados con la menstruación o la obsesión por los chicos (si es que estos hipotéticos niños son heterosexuales)? ¿Quién dice que un niño no se va a sentir identificado con la sensación de que su madre se meta en todo? ¿Con que el aterrador cambio viene y no puede hacer nada para evitarlo? ¿Con que está creciendo y le da miedo o con que tiene amigos con los que se siente seguro?


Dejando eso de lado, lo que más destaca de Turning Red es lo abierta que es con el tema de la regla. Toda la película trata sobre la pubertad y los cambios que trae la edad tan rara de los 13, el panda rojo es una metáfora de ello mezclado con temas y símbolos de la historia y mitología china. Me parece que esta película era necesaria desde hace ya mucho tiempo para que al fin las niñas, tan confusas por todos los cambios en su cuerpo y en su vida, no solo tengan que tomar la palabra de su madre de que todo es normal y estará bien. Les pondrán está película y la irán parando para explicar y responder todas sus pequeñas pero profundas preguntas.

Es gracioso pensar en el escándalo que se formó por culpa de este filme tan divertido y desinhibido que tanto me ha hecho reír y llorar, y más aún a los que tienen familias tradicionales en las que heredan el bagaje de los padres. Entre Encanto y Turning Red, no sé qué familia lo ha pasado peor. El caso es que da risa, y a la vez pena, pensar que niñas creciendo y pasándolo bien pueda crear tanta controversia. 


Para invitarte a que veas esta obra de arte audiovisual, en la que la banda sonora parece sacada de principios de los 2000 y en la que la animación y los efectos de luz están hechos para mirarlos a cámara lenta de lo maravillosamente hechos que están (especialmente las escenas de cocina), te recomiendo acompañarla con el cóctel Red Panda. Es refrescante y energizante, al igual que nuestras pequeñas heroínas, además de que la decoración con rodajas de naranja y frambuesas recuerda a un panda rojo, ¡te enseño a cómo prepararlo!

  • 1½ oz de licor de frambuesa
  • 1 oz de licor de naranja
  • ½ oz de jugo de limón fresco
  • ½ oz de jarabe de azúcar
  • 2 oz de refresco de lima-limón (como Sprite o 7Up)
  • Cubos de hielo
  • Rodajas de naranja y frambuesas para decorar


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