Mi primera heroína

 Mis héroes siempre han sido hombres. Si quería ser poderosa en un juego de imaginación en el patio del colegio, tenía que elegir a un personaje masculino. ¿Por qué iba a elegir a la Viuda Negra cuando puedo elegir a Spider-Man? Él es mucho más guay, me veo más reflejada en él que en una mujer sexualizada que sabe usar armas. Además, si alguien se pide al único personaje femenino de una serie antes que yo, tengo que pedirme a otro. No se puede repetir.  Pero, ¿por qué siempre hay una sola chica? A veces ni siquiera es protagonista. Yo quería ser una tortuga ninja, como Leonardo, no April que es la única humana. ¿Por qué no puedo ser la protagonista? 

Estoy segura de que la Solange de nueve años tenía estas preguntas rondando por la cabeza porque era una niña muy lista, pero nunca tuvo la respuesta. Bueno, seré yo quien se la dé: todos los directores de tus series favoritas eran hombres, Solange. Quizá había alguna que otra excepción, pero los únicos espacios de representación para las niñas eran las series en las que todas eran chicas excepto los novios de las protagonistas. Y eso estaba bien, era una solución para los grupitos de niñas en el recreo, pero mi grupo era mixto. No podía convencer a Carlos, Manuel y Marcos de ver Winx Club o My Little Pony. ¿Por qué lo verían? Es para niñas. 

Pero entonces apareció en mi vida una serie cuyos diálogos aún recuerdo de principio a fin: Star contra las Fuerzas del Mal (2015). Daron Leah Nefcy me presentó a la princesa mágica del reino de Mewni, Star Butterfly. Star es una estudiante de intercambio de otra dimensión y es enviada a la Tierra por sus padres para que aprenda a ser responsable con su varita y su magia. Lo que más llama la atención de ella son sus hechizos, ya que todos están relacionados con elementos considerados femeninos: arcoíris, cachorros, corazones, animales adorables... pero eso no hace que sean menos poderosos. Star se dedica a luchar contra monstruos todos los días y les gana con puñetazos de algodón de azúcar y tormentas de narvales. La pequeña Solange siempre se pedía a chicos en los juegos para no ser inútil, para poder tener poderes chulos; Star tenía poderes chulos siendo una chica, y que le gustaran las cosas tontas y monas solo le hacía más fuerte. Star me enseñó que no hace falta ser un chico para ser guay, que tú misma puedes coger una varita y derrotar a todos los monstruos que me dijeran lo contrario. Me enseñó que el rosa no es un color malo, que los vestidos no dan asco y que jugar a las muñecas no me hace débil. Star me enseñó que ser una chica está bien, que puede ser tan divertido como ser un chico, y que no debía tener miedo a ser menos. 

Daron Leah Nefcy fue la segunda mujer en crear y dirigir una serie de Disney (la primera después de 1997) e inspiró a muchas creadoras a traer a sus magníficas y poderosas protagonistas al imperio machista del ratón de los pantalones rojos. Dana Terrace, por ejemplo, fue una de ellas y trajo consigo una obra maestra: Casa Búho (2020). Dana nos presentó Las Islas Hirvientes, un mundo en el que la magia no es lo que parece con un gobierno que castiga a aquellos que no entran dentro de un sistema ya establecido. Tener una "rarita" que no encaja como protagonista es un soplo de aire fresco después de tantos protagonistas masculinos con la misma etiqueta. Por desgracia, la serie fue recortada y se especula que es porque la pareja principal de la serie es lesbiana. Dejando de lado la hipocresía de Disney por querer representación y después cancelar una serie que hacía un trabajo impecable en ello, la relación entre Luz y Amity está claramente escrita desde un punto de vista femenino. No hay fetiches ni dilemas en los que haya hombres por en medio, solo son dos niñas que se enamoran en una dimensión en la que no existe la homofobia. Es una pareja sana cuyas discusiones no duran más de diez minutos porque tienen mucha comunicación la una con la otra. es dulce, es bonito y es la representación que la comunidad, y las menores dentro de ella, necesitan después de tanto lesbianismo machista.

El trabajo de estas mujeres es admirable y espero que les sigan muchas más para que las niñas del futuro puedan decir con orgullo que sus heroínas siempre han sido mujeres. O al menos que tuvieron más opciones.

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