La película que quiere que salgas del cine con una sonrisa, pero una bien merecida

Lo más importante de una película, bajo mi punto de vista, es su capacidad de transmitir emociones. Si cuando termino de verla no he sentido nada, deja de importarme lo inteligente, original y profunda que sea, ya que si no he sentido lo que sienten los personajes, nada importa, ni me lo he pasado y ni me han hecho entender bien el mensaje que quería dar el autor, solo siento que he perdido mi tiempo. Dicho esto, hay pocas cintas que me hayan hecho subir a una montaña rusa de sentimientos tan intensa, pero bella, como Los que se quedan (The Holdovers, 2023).


    La primera vez que conocí el cine de Alexander Payne fue con Election (1999), un filme que trata la vida de un profesor fracasado, el cual intenta a toda costa que Tracy Flick, la empollona por antonomasia, no salga elegida como delegada. En esa película podemos encontrar mucho de Los que se quedan, no solo por el personaje del profesor (el cual es un prototipo de lo que más tarde veríamos en el personajes de Paul Giamatti), también por el estilo de comedia tan característica que tiene Payne, en la cual predomina los diálogos ingeniosos y la incomodidad, y sobre todo sus personajes los cuales son el centro de todo, además de que están tan bien escritos que parecen reales. La carrera de Payne seguiría trayendo grandes joyas que mantenían su esencia, como Nebraska (2013) y la gran Entre copas (2006), una cinta en la que no solo deslumbra el talento de Payne, también el de Paul Giamatti. Lamentablemente el fracaso de Downsizing (2017), una obra de ciencia ficción la cual se alejaba mucho del estilo anterior de Payne, hizo que este director se mantuviera en las sombras durante una larga temporada, todo hasta el regreso triunfal que tuvo el año anterior con Los que se quedan, la cual pese a en su inicio tener un éxito moderado, el boca a boca la popularizó y le dio el prestigio que merecía.

 
Los que se quedan comienza con una introducción nostálgica, trayendo de vuelta las viejas intro de las películas de los setenta. Tras esta, este ambiente acogedor que genera se mantiene, gracias a la paleta de colores cálidos tan bien escogidos, a su relajante soundtrack compuesto por Mark Orton, y a la dirección tan pausada de Payne, la cual tiene los cortes justos y necesarios para no marear al espectador. A continuación, se nos muestra un coro de jóvenes, el cual intenta entonar una canción, fracasando en un inicio, pero tras el fallo vuelven a intentarlo, cantándola tan bien que logran sorprender al que los dirige. Esta simple escena, a mi parecer, demuestra uno de los principales elementos de la cinta: la mejor felicidad viene tras una tormenta. Es difícil de explicar, pero la experiencia de esta película es similar a la de pasar un día de mierda para al final de este ser consolado y animado por una persona especial, para así al día siguiente volver con más fuerza, ya que durante toda la cinta se nos recuerda lo dura que es la vida para todos, pero al mismo tiempo, tras todas las desgracias siempre hay algo lo cual nos motiva a seguir adelante, normalmente el apoyo de esas personas especiales de las que hable antes, las cuales para los personajes de este filme son el grupo de marginados formado por la obligación de estos de quedarse en el internado durante la Navidad.


     Al fin y al cabo, como en toda película de Payne, los tres personajes principales dentro de la historia son lo mejor de esta, y lo que al fin y al cabo le da vida a Los que se quedan; el profesor bizco y el más insoportable que haya pisado el internado, Paul Hunhman, es un personajazo. A lo largo de toda la cinta puedes ver no solo el cómo evoluciona, también cómo a poco va revelando facetas suyas que lo vuelven mucho más complejo, facetas las cuales Paul Giamatti tiene en cuenta en su magistral actuación, una interpretación que esta llena de matices que solo salen a la luz revisitando esta obra de arte; un estudiante problemático pero con mucho potencial, Angus Tully, y que resulta increíble que sea el primer personaje que interpreta el actor revelación Dominic Sessa; y una cocinera que ha sufrido demasiado, Mary Lamb, un papel el cual ha bordado Da'Vine Joy, transmitiendo a la perfección esa fuerza y dolor que tiene Mary. 

Soy consciente de que Los que se quedan no va a ganar el premio a mejor película este domingo, ya que no es la clase de película a la cual la academia le otorgaría ese Oscar, pero si que espero que valoren la actuación de Paul Giamatti y Da'Vine Joy, ya que son espectaculares. Por mi parte solo me queda decir que Los que se quedan se ganó mi corazón el año pasado, más que ninguna otra película que se haya estrenado en ese, ya que consiguió emocionarme como ninguna otra, y motivarme al salir del cine para seguir adelante sin importar lo difícil que resulte.

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