La historia de una vida desde los videojuegos

Para esta práctica se nos pide escribir sobre nuestra vida, y es de lo que se va a hablar. Tal vez sea un poco demasiado personal, pero es de lo que se trata, de una autobiografía, donde hablas de ti, de lo que te gusta ¿No?... Sí, supongo.

Juego a videojuegos desde que tengo uso de razón. Me acuerdo del antiguo ordenador con Windows XP, donde jugué a mi primer juego. Tengo un vago recuerdo de quién me enseñó a jugar, pero me acuerdo como si fuera ayer. Se trataba de un juego poco apropiado para mi edad, Sacred 1, un juego estilo Diablo, cuya saga me marcaría en los siguientes años, sobre todo la segunda entrega.

Yo era un niño con relativamente poca supervisión, en cuanto a violencia. Desde aproximadamente los seis años jugaba a estos juegos con vista cenital que me transportaban a mundos de fantasía medieval. Tal vez fue esta extraña nostalgia por la fantasía lo que me llevó a amar El Señor de los Anillos, ya más mayor. 



Esto no quiere decir que toda mi infancia estuviera marcada por juegos sangrientos y películas bélicas. De hecho, la mayor parte de ella la pasé junto a los primeros amigos de verdad que hice, en Minecraft, allá por 2016. Jugábamos en servidores en línea y nos divertíamos muchísimas horas seguidas, sin parar. 

Hasta que, unas navidades, a los reyes, les pedí una Nintendo, una consolita con la pantalla chiquitita para jugar a Pokémon y a Mario. Precisamente porque era portátil y me hacía mucha ilusión jugar por ahí. Sin embargo, mis padres hicieron una elección arriesgada, y, en vez de eso, me compraron mi primera Play Station. Concretamente la tres. No me acuerdo del año, seguramente antes de 2016. La consola se podía conectar a la gran televisión de mi salón, lo cual fue muy satisfactorio para mis padres. Esta consola vino con un juego de deportes de invierno que no me gustó mucho, sin embargo, casi todas las navidades me caía un CD nuevo. 



Rayman, Prince of Persia, El Mario Kart de Dreamworks, Los juegazos de Lego de Star Wars y del Señor de los Anillos, etc. Siento una profunda tristeza al no acordarme de los demás juegos que me trajeron, puesto que los vendí por unos euros. Ojalá volver a tenerlos, sobre todo aquel de carreras que mi padre disfrutaba tanto. De más pequeño pataleaba para que jugaran conmigo puesto que me aburría yo solo y cuando mi padre quiso jugar a un juego de coches, lo vendí pensando que le sacaría provecho, aunque ningún otro juego que me haya podido comprar podría igualar el tiempo que pasaba jugando con el. Aunque fuera un juego que a mí no me gustara tanto... 

Mis primos también supusieron una gran influencia para mí. Puesto que plantaron una semillita "Friki" en mi yo de crío. Desde siempre me ha gustado la fantasía y allí estaba mi primo para prestarme o, a veces regalarme cada juegazo (Spiderman Dimensions, donde apareció por primera vez el Spiderman de Miguel O'Hara, Juegos de la saga del Señor de los Anillos, que me gustaban tanto que grabé los gameplays, o los Assasin's Creed, que todavía me quedan por completar.) y es que, mis primos me han definido tanto como persona que hasta mi gusto musical actual es robado. Fue mi prima la que me descubrió Mago de Oz, y fue Mago de Oz la primera banda de metal que escuché. Finalmente me decanté por algo más extranjero que compone mi gusto actual.



Mi antiguo portátil perdía fuelle, y se estaba quedando obsoleto por momentos. Así que les pedí a mis padres un ordenador de sobremesa, para jugar los juegos de Riot que jugaban mis amigos (y todavía juegan). El caso es que mis padres tampoco tenían un interés grandísimo en comprarme un ordenador porque sabían que malgastaría muchas más horas. Nunca les gustó que jugara, siempre me han animado más a hacer deporte y salir con gente. Sin embargo, los videojuegos han supuesto una parte tan grande de mí, que no sé si podría vivir sin ellos. Algunos lo ven como algo distópico. Yo lo veo como un arte más, como la gente que no podría vivir sin la música o el cine. Así que llegamos a un trato. Hace tres años, me pidieron unas notas altísimas en clase. A cambio, un ordenador de sobremesa. Mi padre nunca tuvo fe, pero aquí estoy. Escribiendo en desde un ordenador de torre.

Sin embargo, aunque pueda jugar a World of Warcraft, Valorant, League of Legends, Grand Theft Auto, Undertale, Dark Souls 3, Binding of Isaac, Doom, DmC3, HOI4, Tekken, Subnautica, Project Zomboid, Sombras de Guerra, y muchos otros. No sé en qué momento dejé de perseguir buenas notas porque, aunque las sacaba, no las quería. Las hubiera cambiado. Hubiera cambiado mi plaza universitaria para poder tener unas simples palabras. Cambiaría todo lo que tengo para poder volver a una época donde él pasaba tiempo conmigo, o por escuchar una simple frase. "Estoy orgulloso de ti".

Comentarios

Entradas populares de este blog

Bud Light

La mangaka que crece en sus viñetas

Cómo suplantar la identidad de Zoe Montilla Gómez: Audiovisuales Esenciales