Binge-Watching y humor sin filtro

Justo como cuando era pequeña, sentada en la alfombra delante de la tele riéndome a más no parar y mis padres detrás mía en el sofá pensando: "¿lo dejamos o lo quitamos?". Mi gusto por las series de animación para adultos empezó como un morbo de ver algo que no era para mí, y ahora continúa como uno de los géneros que más me gustan. Ese humor negro y ácido que antes solo mis padres entendían, y que ahora puedo decir que entiendo mejor que ellos. La primera serie de este tipo que recuerdo haber visto es la entrañable familia de color amarillo con un padre calvo, borracho, gordo y torpe. Pero no solo de amarillo vivían mis gustos, también había lugar para el otro parecido “Padre de Familia” con sus gags y bromas políticamente incorrectas. También para el agente de la CIA con un alienígena con trastorno de personalidad múltiple que vive en su ático. Esa extraña familia con una hamburguesería a la que siempre quise ir. Esos cuatro recortes de cartulina con patas que veía mi hermano mayor, aquellos que decían "¡han matado a Kenny! ¡hijos de puta!" con insultos que nunca había escuchado. Y también para ese futuro lejano lleno de robots que beben cerveza, alienígenas con un solo ojo o pinzas en vez de manos y un repartidor de pizza que no sabe qué pinta ahí. 


Demasiadas series que me hacían reírme a más no poder y que la mayoría, a pesar de que tengan un tono humorístico, trataban temas importantes los cuales las series infantiles muchas veces descartan. Siento que me hacían ver a veces la realidad de las cosas, los problemas que la adultez traía y que me estaban por venir. Ahora que he crecido obviamente veo las cosas más claras, no sólo veo estas series por el mero hecho de reírme y disfruto la animación para adultos de una forma completamente distinta. Además de haber visto muchas series que de pequeña jamás me habrían dejado ver. Como por ejemplo ese caballo depresivo que salió en no sé cual serie de los 80’ y que lucha cada día por ser mejor persona. O también ese dúo de abuelo y nieto que se basa en Regreso al Futuro, solo que viajan entre multiversos y dimensiones, ya que odian los viajes en el tiempo porque son “ciencia basura”. Recuerdo ver esta serie con mi madre y que fuera una de las primeras veces que le gustase este tipo de humor. Por otra parte esos personajes con la boca muy grande llenos de hormonas y pelos que exploran los horrores de la pubertad. Además de esa serie con el protagonista que es fan de Evangelion, tiene de nombre el número 0 y que se preocupa demasiado sacando un monólogo interno por cualquier cosa, hasta por pedir una pizza. O esa en la que hay una organización que guarda todos los secretos de estado como, por ejemplo, que el presidente es un robot y los reptilianos existen, que me resuelve esas conspiraciones donde nada es lo que parece y todos tienen algo que ocultar. Tengo que decir que ahora soy de verme una de estas series en menos de una semana. Antes, esperaba a que la echaran en la tele o me las encontraba de casualidad cambiando canales, pero ahora me gustan tanto que no paro de verlas hasta exprimirlas por completo y saber todo absolutamente todo de ellas. Me gusta también esa serie sobre el perro adorable que le gustan mucho los pepinillos y que hace rituales y sacrificios satánicos debajo de su caseta. Y no me voy a olvidar de esa sobre amor, muerte y robots donde cada episodio cuenta una historia completamente diferente. O esa serie de sketches cortos hechos en plastilina con un pollo robot que se burla de absolutamente todo y todos. Y también la pareja de treintañeros que hace una versión para adultos de una de mis series de la infancia favoritas Historias Corrientes o la de esos dos colegas inmaduros, uno rubio y otro moreno con camisetas de grupos de metal que no paraban de reirse.



Después de explorar tantas series aquí estoy, sentada frente a la pantalla, rodeada de risas y recuerdos siendo una aficionada más de la animación para adultos en un mundo lleno de responsabilidades y desafíos. Estas siguen siendo mi escape, mi compañía y mi fuente constante de inspiración porque en este universo de series, todo es posible.

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